Por: Stella De Ávila Escobar *
El amor es nuestra verdadera esencia, cuando nos reconectamos con él, creamos un vínculo afectivo de retroalimentación constante desde nuestro interior.
La naturaleza del ser humano es el amor, somos seres eminentemente afectivos, esta energía espiritual es el motor de nuestra existencia. Así como necesitamos buenos nutrientes para alimentar nuestro cuerpo, el afecto es el nutriente principal de nuestro mundo emocional y psíquico.
Está comprobado científicamente que la aceptación, el buen trato, las caricias, los abrazos, un entorno positivo, amable, acogedor, es lo que cualquier ser humano reclama para su bienestar integral, y es la base de una vida saludable y feliz.
Podemos alcanzar prosperidad y éxitos materiales, pero sin afecto, sin compañía amable, amorosa, nos marchitamos en el vacío emocional, en la soledad.
Alimento material para el cuerpo y afectivo para nuestro sano desarrollo psíquico, (para el Alma), se entremezclan desde el principio de nuestra existencia.
La forma más sencilla de demostrarlo es el sentimiento de bienestar que percibe todo aquel que entrega y recibe afecto. La afectividad es la forma natural como se expresa el amor.
Podríamos decir que es el medio ambiente natural donde se desarrollan condiciones de paz, armonía, prosperidad. Tanto a nivel individual como familiar y social.
Que nuestra naturaleza es el amor, es muy fácil comprobarlo: coloca un organismo vivo en un medio ambiente favorable y prosperará. En un medio ambiente hostil e inhóspito rápidamente se degrada y muere.
Cuando el ser humano recibe y da amor, su sistema inmunológico se refuerza, es más resistente a las enfermedades y a las adversidades, es más amable y feliz.
Si por el contrario, la percepción del mundo que tiene es de desamor, rechazo, soledad. Genera sentimientos de tristeza, rencor, inaceptación de sí mismo, de los demás. Del mundo que lo rodea. Hasta llegar a enfermarse. A la autodestrucción
No es cierto que seamos seres violentos, agresivos. Estas condiciones nos desequilibran, nos enferman, nos destruyen. Nuestra verdadera naturaleza es el amor, porque en él florecemos, prosperamos, nos desarrollamos.
Es necesario cultivar éste sentimiento en nuestro interior, volver a conectarnos con él, sana y permite recuperar nuestra alegría, el goce por la vida. Cuando te enamoras de la vida, disfrutas cada instante, cada momento, la puedes sentir, experimentar; en la música, el baile, una buena compañía, la lectura, la risa, la playa, un bello amanecer, el campo, en el trabajo que haces, etc. Todas las pequeñas grandes cosas adquieren el significado especial que da saborear cada instante que nos regala el presente.
Pero el verdadero secreto de la felicidad está en enamorarse del sentimiento del amor, y de lo que él produce en ti, en mí, en cada uno de nosotros. Poderlo sentir nos conecta con dimensiones más altas de nuestro propio ser; sentirte cómodo(a) contigo mismo, es reencontrar dentro de ti que o quien eres en realidad y en consecuencia el verdadero sentido de lo que has venido a hacer aquí.
Las personas felices no viven en un cielo donde solo existe “beatitud”, también enfrentan momentos de tristeza, disgustos, frustración, pérdidas, duelos. Pero el fortalecimiento de su parte afectiva, les permitirá asumir las dificultades con mayor entereza.
Además desarrollan una cualidad llamada “Resiliencia”; es la capacidad que tiene un ser humano para recuperarse frente a la adversidad.
Las necesidades afectivas son importantes en todas las etapas de la vida. Antes se creía que los niños y los ancianos, necesitaban más cuidados, dedicación.
En realidad es tan alta la falta de afectividad en las sociedades modernas, la disminución de las redes de apoyo en las familias, los amigos, incluso la falta de integración en las parejas, que el grado de soledad al que se enfrenta el ser humano en su vida adulta es muy prolongado, produciendo graves enfermedades como: diabetes, ansiedad, obesidad, cáncer, depresión, entre otras. Consecuencia del estrés, la soledad no solo física, sino emocional por la falta de afecto a la que se enfrentan.
Siendo los adultos los encargados de entregar el sustento afectivo en el hogar y en la sociedad, muchos de ellos están generando una incapacidad de poder sentir y expresar amor.
El origen de éste déficit reside en que no hemos sido entrenados para amar, una gran parte de estos adultos, no saben cómo dar amor, a su vez necesitan sentirse amados para poder sobrevivir, si este alimento afectivo no se recibe pronto nos marchitamos, nos secamos, sin tener de donde dar.
William Thomas Grant, y Lewis Terman dos sociólogos norte americanos, hicieron el más grande y serio estudio sobre la felicidad que se ha realizado. Se desarrolló en el siglo pasado, a lo largo de siete décadas y ha constituido una de los referentes más importantes en lo que a las investigaciones sobre la felicidad personal se refiere.
“Los sesenta y cinco años, y veinte millones de dólares gastados en el gran proyecto, apuntan a una única conclusión.
“SER AMADO Y AMAR ES LO MÁS IMPORTANTE PARA SER FELIZ”
Las personas felices son más saludables, llevan vidas más largas, plenas y productivas.
El problema es que nos cuesta mucho meternos en el amor. Somos fáciles para agredir pero no para reconocer nuestras equivocaciones, y se nos dificulta perdonar.
Nos han educado para competir: se el primero, se la primera, el segundo no existe. Y el cerebro no entiende de matices, recibe la orden y actúa, convierte a su rival en un enemigo que hay que destruir. ¿Cómo vas a crear un ambiente amigable, un entorno amable, equipos de trabajo que se apoyen, si todos son tus enemigos?
Y así vemos: en el hogar las parejas compiten, los hermanos entre sí, en la escuela, en el trabajo, en la vida en general. Siempre hay que demostrar ser el mejor a costa de lo que sea.
¿Cómo podemos vivir así? ¿Cómo vamos a crear una sociedad mejor, un mundo más amigable donde nuestros hijos puedan crecer, desarrollarse, ser personas amables y felices? ¿Cómo regresar al camino del amor?
Vivimos en una sociedad endurecida, depredadora, insensible. Una creación nuestra que ha demostrado su total fracaso.
Cada día más enfermos, más hogares disueltos, más jóvenes que se suicidan, más adictos, más delincuencia, más pobreza.
Hay una desconexión total entre lo que sentimos y lo que pensamos y de tanto racionalizar nuestras emociones para que vayan de acuerdo con nuestros efímeros intereses externos hemos perdido la conexión con ellas. Nos hemos endurecido y en consecuencia no entendemos que es el amor. No lo podemos sentir realmente, y al perder esta conexión, también perdemos el vínculo afectivo que alimenta nuestro mundo emocional que nos hace verdaderamente fuertes y poderosos.
Y que nos hace sentir cual es el verdadero valor que tenemos como personas, como seres humanos, creando una identidad basada en una falsa autoestima guiada por resultados externos, sin autenticidad.
No hemos venido a este mundo a competir, hemos venido a crear. El ser humano es eminentemente creativo si lo sabes estimular hacia la creatividad y a través de eso mejorar nuestro mundo.
Nosotros somos la generación del cambio, debemos tomar consciencia de que la única manera que podemos lograrlo es a través de la educación. Es necesario construir nuevos caminos, espacios para repensar formas más amables de ver e interpretar la vida, es necesario que comprendamos que el mundo donde vivimos es la consecuencia de nuestras creencias, a nivel individual y comunitario. “Si muchos pensamos y sentimos lo mismo, simplemente lo traemos a la realidad”
Educar para vivir de manera plena y feliz a través de una nueva pedagogía que nos enseñe de forma experiencial a sentir y pensar de manera diferente. “Una pedagogía que nos ayude a recuperar nuestra capacidad de Amar”
No tengas miedo a sentir el amor, es nuestra verdadera esencia. Reconocer este hecho es la base para aprender a aceptarnos como los poderosísimos seres que somos. Y esta convicción crea un marco de referencia a través del cual podremos proyectar ese sentimiento a nuestro alrededor
Cuando comprendes que eres amor, tu mente y tu cuerpo generarán las condiciones apropiadas para que comiences a sentirlo desde tu interior, un sentimiento de bienestar, de armonía, de sincronía con la vida.
Si no reconocemos el amor en nosotros mismos, ¿Cómo podemos dar de lo que no tenemos? Una naranja seca no da jugo.
Los humanos somos seres sociales y si queremos construir formas más amables de vivir en comunidad, debemos empezar por hacer el cambio en cada uno de nosotros.
“Reconectarse con uno mismo y con el otro a través del corazón es la base de la verdadera felicidad, el camino para recuperar nuestra salud, física, mental y emocional, la mejor manera de reinventarnos un futuro más amable y cada vez mejor.
“NO HAY ATAJOS PARA LA FELICIDAD. EL AMOR ES EL UNICO CAMINO”
*Psicóloga. Entrenadora personal (Coach) con PNL. Maestría en Terapia de Familia.