Mensaje de esperanza en una Semana Santa de fe y tradición

Por Jade Hernández.

Con profunda devoción y una masiva participación de feligreses, Valledupar culminó una significativa Semana Santa, marcada por la reflexión espiritual, las solemnes procesiones y la revitalización de las tradiciones religiosas arraigadas profundamente en la cultura de la region.

La iglesia La Inmaculada Concepción, ubicada en la plaza Alfonso López, con su rica historia y significado para la comunidad, se erigió como el principal punto de encuentro para las celebraciones. Allí, como es usual cada año, los Lunes Santos, se oficiaron eucaristías desde las 4 de la mañana en honor a  Santo Ecce Homo. A las 4 de la tarde, Monseñor Oscar José Vélez, presidió la misa, al aire libre, que le antecede a la procesión del Santo Patrono.

Cabe destacar el viacrucis que rememoró el doloroso camino de Jesús hacia el Calvario, el cual inició su recorrido desde la plazoleta de la Gobernación, a lo largo de la calle 16. Los feligreses, ataviados con profundo respeto, representaron cada estación con imágenes, cantos y oraciones, acompañados por sacerdotes de distintas parroquias de la ciudad.


Desde el Domingo de Ramos la capital del Cesar se convirtió en epicentro de una intensa actividad litúrgica. Las personas se congregaron en las diversas parroquias de la ciudad para participar de los actos conmemorativos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. A este ultimo la precedió la Vigilia Pascual y lo culminó el Encuentro del Resucitado y su Santísima Madre.

Tradicionales procesiones, como La Dolorosa, el Santo Sepulcro, euvieron atiborradas de familias enteras llenas de  fe y recogimiento. De igual modo, año tras año toman fuerza los Monumentos,  expuestos en siete iglesias de la ciudad, donde los asistentes pueden disfrutar de un ambiente de acogida y veneracion.

Monumento – Iglesia El Divino Niño
Monumento- Iglesia La Natividad de María
Procesión La Dolorosa

La Semana Santa en Valledupar no solo representó un espacio de fervor espiritual, sino también una oportunidad para dinamizar el turismo local. Visitantes de diferentes partes del país, se sumaron a las celebraciones religiosas y aprovecharon para conocer los atractivos culturales y naturales de la región, entre ellos, el recién inaugurado Mirador de Santo Ecce Homo, que de acuerdo a información de la Gobernación del Cesar, fue visitado por cerca de 15 mil personas.

Al terminar la Semana Santa, la comunidad conservó mensajes de reflexión, entre ellos el promulgado por el obispo de Valledupar, Oscar Vélez Isaza, en la Plaza Alfonso López:  “Este es el hombre” porque en Jesús esta la verdadera humanidad, en Jesús está impresa la imagen que Dios quiere para cada uno de nosotros, y por qué hemos de mirarlo a El? Para saber y conocer los valores de nuestra humanización, verdadera, haciéndonos hombres en el camino de la vida, mirándolo a El , sus virtudes, su amor, su actitud de servicio, su perdón, todas esas virtudes que plasman en El , el hombre según el corazón de Dios”.

“Queremos ver en Jesús el rostro divino del hombre y el rostro humano de Dios. Esas dos claves fundamentales. Porque Jesús es el hombre verdadero y también el Dios verdadero.   Y por eso pasa la historia, pasan los siglos, y la humanidad que a veces se ha alejado de Él, , que ha puesto sus miras y sus esperas humanas  en ídolos de la tierra, termina entendiendo que tiene que volver a El porque El es el alfa y omega, el principio y el fin, Él es el único  en el cual puede haber salvación para la humanidad ,  por eso ponemos en El nuestra esperanza, una esperanza que no es vana, que no nos defrauda, que puede satisfacer, calmar nuestros anhelos más profundos. Amados hijos, en este año jubilar de la Esperanza, los invito a mirar a quien es la esperanza misma, a Jesús de Nazaret, al hombre Jesús y Al Dios Jesús, entre nosotros, y a poner solamente  en El nuestra fe, sabiendo que puede liberarnos aun de las situaciones en las que la oscuridad  ha hecho presa en nuestras vidas, nos puede liberar como lo celebramos en esta Semana Santa, de las dimensiones fundamentales que agobian la existencia humana como son el pecado, el mal y la muerte. Las dimensiones que destruyen nuestra existencia, que deterioran en nosotros el rostro de Dios,  pero Jesús- mirándolo a El- puede devolvernos nuestro verdadero rostro, hermosamente ha dicho Jesús: Cuando yo sea levantado en lo alto atraeré a todos hacia mí, y fue levantado en lo alto  antes de su pasión,  cuando es presentado en una tarima como estas ante el pueblo. Levantado en lo alto. Las miradas se fijan en El, en ese momento, miradas asesinas que no resisten la luz, pero será solo será el primer paso porque luego subirá al árbol de la cruz. Y allí,  con el testamento reflejado en las 7 últimas palabras de Jesús, nos invitará a vivir la verdadera humanidad, el rostro de Jesús,  verlo como nuestra esperanza. Volvamos pues,  los ojos a El,  que sane nuestros pecados, que lave nuestros delitos, que perdone nuestros crímenes. Pidámosle que aunque vayamos por cañadas oscuras nada temamos ´porque El va con nosotros, pidámosle que su luz ilumine la tiniebla de nuestra vida y de  la sociedad actual, pidámosle que la entrega de su vida nos comprometa en la defensa de la vida, desde el primer instante de la concepción, hasta su muerte natural, que nos ayude también a desterrar todo un mundo en el que la violencia se ensaña entre los más débiles, comenzando por el aborto, el reclutamiento de menores, de las fuerzas armadas enemigas del estado de derecho, que nos defienda de la injusticia que  por la pobreza da muerte a tantos hijos de Dios, que nos comprometa a aceptar la vida que de El proviene, para poder extenderla para que nuestro mundo en El pueda reinar, pueda ser soberano, y al que podamos dirigir nuestros ojos llenos de esperanza, para que colme nuestras ansias más profundas”.

Monseñor concluyó: “Pidámosle  que camine con nosotros en el sendero de la vida para que podamos ir hacia donde él nos ha prometido y se lo dijo al buen ladrón en la cruz: hoy estarás conmigo en el paraíso, para que también nos tome de la mano y nos conduzca a ese paraíso donde él nos espera, y  donde él nos colmara plenamente , porque ya no habrá muerte ni dolor ni amenaza alguna, sino la paz, la alegría  del reino de  Dios; que  el  Ecce Homo reine en cada uno de nosotros, reine en Valledupar, en nuestro departamento del Cesar, en Colombia entera y que  traiga verdaderamente un mundo lleno de paz, justicia y solidaridad. Amén.”

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