Por Stevenson Marulanda Plata
Los únicos perjudicados de las luchas geoestratégicas entre las grandes potencias e imperios del mundo son los pueblos que habitan el territorio de esa codicia imperial.
Siria, Afganistán, Yemen, Palestina, y ahora Venezuela y de paso nosotros, sufriremos esta amargura, si Dios no dispone otra cosa.
Dese la antigüedad esto ha sido así: siempre ha habido imperios opresores en disputa por la supremacía desde Mesopotamia hasta el imperio gringo ruso y chino de hoy, pasando por los asirios, caldeos, persas, griegos, turcos, egipcios, romano, británico, francés, japonés,etc, y siempre el resultado es el mismo, opresión de los pueblos, que es lo que menos les importa. Sin importar tampoco, en qué tiempo ni en qué espacio vivan, todos son iguales.
Las causas de las grandes guerras son las ambiciones imperiales: la primera, la segunda, Vietnam, Corea, ruso-japonesa, japonesa-china, los balkanes, chechena, Crimea, la fŕia, etc, no tuvieron causa diferente a sus ambiciones y codicias por la riqueza y supremacía global, y que ahora solo los ha detenido el poder disuasivo de las armas nucleares.
Por otro lado, el cristianismo es hijo legítimo de esta característica de la humanidad.
Jesús fue un líder social disidente del imperio Romamo, reclamante de justicia social para su pueblo judío esclavizado y vituperado como colonia del imperio Romano, suficiente razón para que las autoridades imperiales romanas destacadas en el suelo de Israel, decretaran su muerte y escarnio público, y debía morir como morían los delincuentes más peligrosos, asesinos, ladrones y subversivos que no eran ciudadanos romanos: crucificados.
Dios nos libres a nosotros colombianos y venezolanos de poner nuevos mártires y cristos en una guerra debida a la voracidad de los nuevos dueños del mundo.
Fonseca La Guajira abril del 2021.