Jesús tallado en un árbol se convierte en obra de arte representativa para Valledupar

Es una obra de arte que se ha  hecho visible los primeros días de marzo en Valledupar, en el Parque de Las Madres,  convertido en sitio de peregrinación  gracias a la difusión que se ha dado en las redes sociales. Es Jesús tallado en un viejo árbol de almendro.Y todos los que quieren ver para creer, concluyen su visita tomándose fotografías, registrando el asombroso trabajo artístico.

La belleza de la imagen labrada en un tronco seco nos remite en seguida a conocer su autor,  un artista,  habitante de la calle,  que desde hace más de dos décadas se dedica a esculpir figuras pertenecientes principalmente al arte religioso: Pedro Antonio Ortega Durán.

Hoy 7 de marzo cumple 47 años, por este motivo, vecinas del Parque, animaron a los curiosos a cantarle el Cumpleaños Feliz, a lo que respondió: “gracias por su cariño”. Luce el pelo largo y barba canosa, pómulos pronunciados; sorprende a quienes lo ven luego de largo años sin saber de su vida.

El sol inclemente de las doce del mediodía  no inmuta al artista. De pronto, se refiere a la creatividad y se acerca al árbol, explica lo que hace con su cincel, elaborado por él mismo.  Suelta frases de inspiración divina: “por El hago esto, para demostrarle el legado que me dio”.

En otro momento afirma: “de pronto algunos no han despertado a las cosas de El, ese es testimonio viviente, el que ama a Dios, El lo pondrá en alto, la fe, mira ahí está. Esa es la fe”, y señala su Jesús crucificado en el tronco.

“Mi trabajo es tallar, no hay límites”, dice convencido.

“He aquí el Hombre”

A raíz de la figura de Jesucristo expuesto a la vista de todos, conocedores de la trayectoria del artista han revelado fotografías y videos de Ecce Homos, Cristos Milagrosos de Buga, Vírgenes, y otras imágenes escultóricas que ha realizado en distintas épocas,  por encargo de amantes del arte religioso. “Admirable, maravilloso”, son los adjetivos que han surgido para calificar las obras producto de las manos talentosas de Pedro Antonio.

El artista plástico José Luis Molina exaltó no solo la talla del elemento sino también  la performancia, “venirse a la plaza a hacer un trabajo, sin recibir un peso por ello, ya es una acción que entra en el arte contemporáneo”.Y agregó: “se está convirtiendo en una obra icónica para Valledupar”.

El man  es un artista, pero requiere ayuda”, expresó un espectador quien dijo que vivía en el barrio Obrero cuando lo conoció.

Mary Aponte, moradora del sector, reúne a varios que están viendo la obra, y aparte, les pide que le regalen ropa en vez de dinero, y les da las tallas, confiando en que se la traerán a Pedro, que hoy protagoniza la crónica urbana, encarna al Jesús que él plasma, sufriente, pero el humano pecador, hombre débil, sumido en el mundo de la drogadicción, desvalido. Y finaliza diciendo, casi suplicante, al lado de una vendedora de flores con quien hace dúo, que necesita rehabilitación. “El quiere”, asevera con el conocimiento que le da verlo llegar a diario, a deshoras, cargando sus herramientas  en un morral deteriorado, para continuar tallando los pies de Cristo.

Y como si hubiesen escuchado su petición apareció en el escenario un señor vestido de manera impecable, usa jean y camisa blanca recién planchada, con el tapabocas puesto , que llama a Pedro Antonio y le dice: » vamos». El hace un gesto afirmativo. Antes de partir, asegura: «Pedro va a volver transformado». En efecto, cuatro horas después vuelve limpio, con ropa nueva y es recibido en el Parque con serenata de mariachis. Un primer paso para salir del infierno.

Por: María Elisa Dangond

Fotos: Cristian Sánez

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