Crece cada año y en él están no solo las figuras bíblicas sino elementos de la cultura autóctona y de la realidad circundante. En 2019 incluyeron a los migrantes venezolanos. En este diciembre: los tapabocas. Es el pesebre de la parroquia La Natividad de María, en Valledupar.

Hace tres años surgió la idea del sacerdote Jesús Torres Ariza de crear un pesebre vallenato donde mucha gente se sintiera representada. Para realizarlo le encomendó a Diana Acosta, feligrés , la minuciosa tarea. Diseñadora de accesorios, de profesión ingeniera, se reunió con un arquitecto quien comenzó a tomar fotografías de las casas coloniales del centro de Valledupar y la ayudó en la creación y el montaje. Así fue el génesis.
Ahora, cada vez que se avecina el mes de diciembre, la artista comienza a actualizarlo dependiendo de la petición del párroco en torno a la realidad que se esté viviendo. Es así como en estos meses, debido a la pandemia, trabajó en la elaboración de los diminutos tapabocas para la mayoría de protagonistas. El año pasado incluyó a los venezolanos y al profeta Isaías que anuncia la llegada del Mesías.

El Padre Jesús explica con entusiasmo las referencias bíblicas del Antiguo Testamento que están representadas, además del Nacimiento, muchas otras, entre ellas el tronco de Jesé, La Visitación, La Anunciación del ángel a María, María embarazada, la Huída a Egipto, de esta última dice que hace referencia a la realidad de los migrantes: “aquí está la virgen de Coromoto y San José con la bandera venezolana”, señala.

Como un experto guía turístico muestra aspectos del departamento hermano: el cerro Pan de Ázucar, el Cabo de la Vela, el Cerrejón, los indígenas wayuu, las rancherías, la Vela de Marquesote. Las guajiras con sus mantas y mochilas. Y lleva a que dirijamos la mirada hacia un conjunto de música vallenata, las casas de tejas, los cañaguates, los arhuacos, el puente sobre el río Guatapurí, la sirena en el balneario Hurtado, damas elegantes, la Sierra Nevada, una señora con una bandeja vendiendo arepas, entre otros detalles.

De inmediato, evangeliza: “el pesebre ilustra la encarnación del Señor Jesucristo que asumió nuestra naturaleza humana. Cristo asumió nuestra cultura, nuestros cantos”, afirma con convicción. Hace hincapié en que en el centro del pesebre está el Nacimiento y el ambiente que lo rodea es de pureza y silencio.
Se refiere a los atuendos de algunos participantes como San Juan Bautista vestido de piel de camello y rememora lo que dice el Evangelio cuando José envolvió al niño en pañales y lo acostó en la paja del pesebre. En la versión vallenata aparece envuelto como una momia; “es un alegoría de la Pasión de Cristo, nace para morir en la cruz”, aclara.

“A partir del misterio de Cristo todo se puede embellecer, iluminar y exaltar. Hacer un pesebre es hacer arte. El arte cristiano tiene sentido, expresa belleza”, concluye con vehemencia este presbítero, director del Secretariado Diocesano de Pastoral Social de Valledupar, quien conoce y atiende las poblaciones más vulnerables, trabajo que se ha vuelto intensivo durante la pandemia con la entrega de más de 100 toneladas de alimentos a familias en Valledupar y pueblos cercanos del Cesar y La Guajira, actividad que cuenta con el respaldo de importantes organizaciones locales, regionales y nacionales.