*Por Stella De Ávila Escobar
La explosión de un camión cisterna en la Troncal del Caribe frente a Tasajera deja hoy como saldo la suma de 21 muertos y 60 heridos entre la turba que llegó a extraer la mayor cantidad posible de gasolina y a desmantelar el vehículo, ignorando los llamados a la cordura y las advertencias de peligro.
Hechos como esta tragedia muestran una vez mas el feo rostro de la miseria, angustia y deterioro social de una gran franja de la población colombiana que sin futuro ni esperanzas se debaten entre la necesidad, la falta de oportunidades y la ilegalidad.
No es mi intención culpar a nadie de consecuencias tan dolorosas, pero…queda la pregunta. ¿Qué es lo que lleva a una persona o a un grupo de personas a no pensar en el peligro, ni a medir las consecuencias de sus actos? – ¿Qué es lo que hace que pierdan el instinto de supervivencia hasta el punto de desafiar la propia seguridad solo por raponear un escaso botín que en ningún caso resolverá sus necesidades ni la de los suyos?
Es difícil definir que es lo que lleva a un ser humano a estas conductas limites donde deja de pensar y actúa solo por impulso…
“En una ocasión haciendo pruebas de inteligencia a un grupo de niños mostraron una mesa con tres patas- a la pregunta ¿Qué le falta a la mesa? – Unos niños contestaron la respuesta esperada – “una pata” – Pero otro grupo su respuesta fue – “comida”.
Al investigar el por qué esas respuestas tan diferentes, pudieron comprobar que los niños que habían contestado “comida”, venían de familias de muy escasos recursos donde la falta de alimentos era una constante prioritaria a resolver. Para estos niños no importaba si la mesa tenia dos, tres cuatro, seis patas… su prioridad era el ¡HAMBRE!”
Cuando el hambre es una constante, las personas dejan de pensar.
Podría afirmar como dice el psicólogo Abraham Maslow en su teoría de la jerarquización de las necesidades humanas:
“Solo hasta que una persona pueda satisfacer sus necesidades básicas – Trabajo que garantice alimento y vivienda. Solo entonces desarrollara deseos de necesidades mas altas como es la necesidad de proyectarse, de desarrollarse como ser humano y como individuo perteneciente a una sociedad”.
La tragedia de Tasajera nos llama a la reflexión y de una vez por todas, a la acción: la presencia del estado, con obras, inversión. Pero sobre todo la reconstrucción del tejido social a través de programas sociales para la reestructuración de la economía recuperando los conocimientos ancestrales de estas comunidades, dándoles la oportunidad de organizar negocios cooperativos que les permitan rescatar su identidad, su productividad; la posibilidad de pertenecer a una comunidad que luche por el progreso, y el derecho de ocupar un lugar digno dentro de la sociedad.
*Psicóloga – coach con Programación Neurolingüística