
Atehortúa. Así nos referíamos a él. Sus nombres no hacían falta para saber de quien se trataba. No había otro igual . Era único, auténtico, inteligente, ágil, versado. Su apellido fue la marca de un apasionado profesional del periodismo.
Era un caballero de la palabra. La elegancia se paseaba por las frases aun en el sarcasmo que utilizaba en sus editoriales radiales. Y el fino humor del que hacía gala era el mismo que admiraba en sus grandes amigos, el pintor Jaime Molina quien lo plasmó en sus caricaturas y el cronista por excelencia del canto vallenato, Rafael Escalona. Al compositor lo acompañó, lo visitó, lo entrevistó. Y sobre él escribió un libro: » Adiós al mito» de la editorial Carrera Séptima.
Carlos Alberto, de frente, era cercano, familiar, agradable, elogioso. Conocía con lujo de detalles la historia del Cesar; fue el único periodista que hizo parte del Comité de creación del departamento. Fue el primero en obtener el galardón «Sirena Vallenata» que otorga el Círculo de Periodistas de Valledupar.
Una conversación con él se convertía en un torrente de anécdotas de personajes, historias de la región o del país. De una memoria prodigiosa, encantaba con su mar de conocimientos. Utilizaba refranes y frases de pensadores famosos. Amaba la poesía y repetía una y otra vez versos de Neruda, aún más durante su convalecencia. Así lo reveló su hija Ethel.
En el video de VALLEDUPAR NOTICIAS aparece Carlos Alberto participando en un Conversatorio en la Casa de la Cultura de Valledupar donde se refirió a la primera emisora de vallenatos en Bogotá y a los amigos del expresidente Alfonso López Michelsen, principal promotor del folclor.
Oriundo de Manizales, decía que era cachaco, costeño y vallenato.
Llegó en 1965 por primera vez, y desde 1967 se radicó en Valledupar. Trabajó en Radio Guatapurí, Radio Valledupar, La Voz del Cañaguate, T.V Valledupar, entre otras empresas periodísticas de la capital del Cesar. Se desempeñó como jefe de Prensa de la gobernación, también como presentador del Festival Vallenato para las transmisiones por televisión y en eventos culturales y políticos.
Días antes de partir envió un saludo a través de Jorge Laporte, joven colega que lo fue a visitar , en Cartagena, en la clinica donde estaba recluído debido a la enfermedad hepática que lo aquejaba. En el audio, con voz cansada, expresó que se estaba apagando como una vela.
Murió el pasado sábado 20 de febrero a las 6 de la tarde, a los 75 años. Su cuerpo será cremado y sus cenizas traídas a Valledupar donde el CPV le rendirá un homenaje póstumo en la iglesia La Inmaculada Concepción. Se espera la llegada de sus dos hermanas, procedentes de Manizales, Marina, de 89 y Leticia, de 87;.su hija mayor, Ethel, su esposa Nora y sus hijos Alfonso Carlos, Natalia Carolina y Stephany Beatriz.