
“Quedé sin palabras al escucharlos, al leerlos”. Así se expresó una asistente a la presentación de la Colección de poesía Árbol de Agua de los autores Luis Alberto Murgas y Pedro Olivella, en el auditorio de la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez, en Valledupar.
Fue una fiesta de poesía y como tal revestida con el
Fuego de la palabra
Oh Señor de los ejércitos
Dame el arma secreta del silencio
Para combatir el fuego furioso
De la palabra
(De Epifanía de la luz)
Luis Alberto Murgas y Pedro Olivella fueron fundadores del Café Literario Vargas Vila, en San Diego, Cesar, en el año 1985. Desde entonces, entrañables amigos, han seguido transitando por los vericuetos de la poesía.
“Beto” Murgas, es profesor catedrático en la Universidad Popular del Cesar. Coordinador del taller José Manuel Arango “Relata” Valledupar. Ganó en 1989 y 1992 el concurso Departamental de Literatura, en categoría poesía. Y a nivel nacional, el Concurso de Poesía Gustavo Ibarra Merlano, el II Concurso Regional de Minicuentos Zona Caribe, en Montería, 2009. En el concurso de piezas literarias de apoyos a mejores textos en talleres de la Red de Escritura Creativa Relata 2014, con Epifanía de la luz.
“Peter” Olivella, publicó sus primeros poemas en El Diario Vallenato y en la Antología Nueve Poetas Cesarenses y Tres canciones de Leandro, en 1988. Publicó “Cinco poetas vallenatos del siglo XX”, 2005. Ganador del Premio Departamental de Poesía del Cesar con la obra “Recordatorio del Amor y Otros incendios”, 2007.
En el 2009 ocupó el primer puesto en el Concurso Departamental de poesía con los poemas Valle del Acordeón y otras Estancias.
“La poesía es algo que no he podido quitarme de encima, es la vida mía”, afirmó Olivella Solano, autor de “Libro de Caín”, “Signo de pez” y “Valle del Acordeón”. Mientras que Murgas Guerra, de “Vincent Van Gogh (cartas al rojo blanco de cuchillo) y “Epifanía de la luz”, expresó: “es algo trascendental. Es una forma de oración, como dijo Vicente Gerbasi. Tiene un silencio. Cuando uno siente la poesía, ya no se puede despegar de ella, sea escribiendo o escuchando”.
Los cinco libros que conforman la colección Árbol de Agua siguen la línea de la poesía breve, y algunos la califican de mística. “tiene un significado más sagrado”, manifestó Olivella, quien exaltó a Murgas como Maestro y aseguró que además de gozar de su amistad, es su discípulo. Ambos estuvieron de acuerdo en que la experiencia de la poesía es religiosa, “es alada”…y rememoraron la época cuando “Beto” estuvo en el Seminario preparándose para ser sacerdote, pero “se ordenó como poeta”, indicó “Peter”, mientras que reveló que tiene una experiencia religiosa acentuada, reflejada en cada uno de los poemarios.
“El libro de Caín”, es un reproche a Dios. Manifiesta su enojo con El.
En el segundo, “El signo de pez”, está en la búsqueda, reconociendo su limitación; así lo expresa en
Ángel de alas rotas
Sin la posibilidad de Dios
Sólo me es posible
La altura de la telaraña.
En “El Valle del acordeón”, se da la reconciliación con Dios en el paraíso del vallenato:
Paraíso
Bajan los ríos helados de la Sierra de Hielo
El cañaguate es un árbol de oro
En la falda de los cerros
El mango es una fruta permitida
El acordeón es un animal de viento
En las manos de Adán.
La Amistad de Dios
Adán toca un aire de pájaro
con su acordeón
Dios está ebrio
y lo llama compadre.
Coincidieron una vez más, como en el café literario Vargas Vila, como en las innumerables noches repletas de metáforas, luciendo como hermanos en cofradía poética, que los seres humanos tienden a ser más rituales que espirituales, pero “a través de la poesía se siente a Dios”, puntualizó Pedro Olivella.