I
Y Dios te hizo a ti mujer
bella vestida de luna,
y de una fresca laguna
agua te da de beber.
Bendice tu amanecer
en los espejos del día,
tu risa una sinfonía
en los jardines del alma,
eres del viento la palma
perfumada de poesía.
II
El amor de tu mirar
es como el agua del río
o la lluvia del estío
que a la tierra hace cantar.
Cada huella de tu andar
es la orilla primorosa
donde florece dichosa
la vida honesta y bonita.
Toda mujer es bendita
como el rocío en la rosa.
III
La esperanza es la estación,
la búsqueda del sendero
porque siempre hay un lucero
brillando en el corazón.
Nunca esconde la pasión
de brindar su simpatía,
el trabajo es la alegría
que realiza con altura,
y se enlaza de ternura
para embellecer el día.
IV
Las flores son para el viento
caligramas de color
o sonatas del chupaflor
en sus leves movimientos.
Una flor llevas por dentro
de los pies a la cabeza,
con exquisita pureza
te adornan a ti mujer:
si me voy, quiero volver
a cantarle a tu belleza.
